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sábado, 20 de agosto de 2011

SHOW MERCANTIL

Por
Mauricio Castaño
Historiador mauriciojota@yahoo.es

La golpiza del director técnico de fútbol Hernán Darío o el Bolillo Gómez dada a una mujer, pone de relieve la reivindicación femenina que en las últimas décadas o incluso siglos, se ha venido librando. La polémica generada no puede tomarse como un despertar de la movilización social, ni mucho menos de un despunte de una moralidad o ética ciudadana.
Ya quisiéramos que así fuera. Hay más bien en todo esto un tema mediático, cuyo personaje público ha protagonizado un acto de intolerancia y de agresión contra la fémina que le increpó. Aquel se dejó guiar por la misoginia: “¡Mujeres! ¿Habéis dicho mujeres? No olvides el látigo”
Llama la atención los datos de Medicina Legal sobre la radiografía en Colombia. El año anterior 51.182 mujeres fueron agredidas por su pareja, esto equivale a que cada diez minutos se da una agresión, y diario son 140 casos. La estadística en el Distrito Capital de Bogotá habla de 7 mil denuncias de mujeres maltratadas, de las cuales en sólo 23 se dictaron condenas. Y sobre los verdugos, tienen que ver mucho los varones de la fuerza pública, es decir, hombres diestros en el manejo de armas y en la disciplina bélica. Y sobre el tiempo en que más se disparan las agresiones son el día de la madre y del padre, la Navidad y el fin de año.
Claro que no puede faltar el ingrediente etílico. La agresión va escalonando, se pasa de las agresiones físicas a las golpizas hasta llegar a los asesinatos. Y una gran conclusión sobre el común denominador de las víctimas mujeres: la Sumisión. Fácilmente son disuadidas cuando el rigor de la ley va a entrar a castigar una conducta violenta. Bien sea por esa mala consejera cultura que dice que «porque te quiero te aporreo» o bien porque «el amor puede con todo». Entonces viene otra expresión característica: impunidad. Explicable, también, por la condición de sometimiento del machismo o por la dependencia económica a las que ellas están sometidas.
Lo criticable en los Mass Media, no es su incuestionable capacidad de influir o de modelar una determinada conducta que se quiere promover, pues es una facultad de la inventiva humana. Sí es criticable la explotación de show mediático, que hacen de temáticas protagonizadas por personajes de la farándula o de la vida pública. Estos temas puestos en la palestra pública, no son surgidos o impuestos por una consciencia ciudadana que ha interiorizado unas conductas de comportamiento, que dicen de la dignidad humana. Surgen más bien de la razón mercantil de los media para garantizar su buen rating, no importa si educa o no, o si genera una consciencia crítica. Pero una cosa sí es segura: idiotizan.
La ex reina Valerie Domínguez y el Bolillo Gómez, bien sirven de ejemplo de cómo sus estupideces o agresiones cometidas, en lo particular de éste último, sirvieron además de bobos útiles para alimentar la cosa vana y pasajera en los shows mediáticos. Es de amplio conocimiento que la corrupción desde hace mucho rato carcome a Colombia, al igual que la violencia intrafamiliar. Al menos aquella ex reina hoy está pagando el precio de tener una imagen negativa, la cual también necesitan vender los medios, pues en el mundo de lo malo y lo bueno, el contrario refuerza a su opuesto. Vendemos de todo. Hasta la basura la convertimos en lucro en este mundo de capitalismo. Es posible que estén pagando el precio de la gloria, en este globo en donde nada es gratuito.

Tomado de Semanario Virtual Caja de Herramientas Edición N° 00268 – Semana del 19 al 25 de Agosto de 2011